Los jóvenes valoran más recibir cumplidos o sacar buena nota en un examen que la realización de actividades placenteras, como recibir un sueldo, practicar sexo, ver a un amigo o comer su plato favorito, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Ohio y del Laboratorio Nacional Brookhaven, en Nueva York.
«Es sorprendente cómo el deseo de sentirse dignos y valiosos puede superar al cualquier otra actividad agradableque se pueda imaginar», asegura Brad Bushman, líder de este trabajo y profesor de Comunicación y Psicología de la Universidad Estatal de Ohio.
En el estudio, los científicos pidieron a los universitarios que calificaran en una escala del 1 (nada) al 5 (mucho) cuánto les agradaban varias actividades que ellos proponían, entre las que se encontraban recibir cumplidos, sacar una buena nota, recibir un sueldo, practicar sexo, ver a un amigo.
Bushman reconoce que, tanto él como el resto de su equipo, están sorprendidos por estos resultados y advierte que la diferencia entre el gusto y el deseo era el más pequeño cuando se trata de autoestima. «Nosotros elegimos de forma intencionada cosas que pensábamos que gustaban a los estudiantes. La mayoría de los participantes de este estudio tenían unos 19 años. A los estudiantes universitarios les gusta beber y practicar sexo. Además son pobres, les gusta tener dinero y recibir un salario». Sin embargo, las experiencias que dispararon su autoestima superaron al resto de las recompensas, según este estudio, que sugiere que muchos jóvenes estarían demasiado centrados en elevar su autoestima.
¿Adictos a la autoestima?
«No sería correcto decir que los participantes del estudio eran adictos a la autoestima», dijo Bushman, pero añadió que «están más cerca de ser adictos a la autoestima que de ser adictos cualquier otra de las actividades que estudiamos». El líder del grupo de investigación también afirma ver peligro en esta obsesión, ya que la investigación ha demostrado que los niveles de autoestima se han incrementado, por lo menos entre los estudiantes universitarios en los Estados Unidos, desde mediados de la década de 1960. «Hay una línea muy fina entre la autoestima y el narcisismo», asegura.
La coautora del estudio, Jennifer Crocker, profesora de Psicología en la Universidad de Ohio, opina que el problema no es tener una alta autoestima, sino «cuántas personas se ven obligadas a aumentarla». «Al valorarla en exceso, se puede llegar al equívoco de evitar reconocer un error porque es incómodo para la autoestima, pero podría llevar a un mejor aprendizaje», indica.
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