Los mosquitos tienen una especie de radar para detectar a los humanos. La clave para localizar a sus víctimas, de cuya sangre se alimentan, es eldióxido de carbono que los seres humanos emiten al respirar.
Los efectos de las picaduras de los mosquitos son un serio problema sanitario en muchos países. Algunas especies transmiten enfermedades tan graves como la malaria, el dengue o la fiebre amarilla, así que los científicos intentan encontrar nuevas fórmulas para evitar sus picaduras y, de este modo, frenar el contagio. Un equipo de científicos de la Universidad de California ha logrado identificar tres moléculas olfativas capaces de despistar a los mosquitos. El hallazgo, publicado esta semana en la revista 'Nature', permitirá desarrollar una nueva generación de repelentes que ayudarán a evitar la transmisión de estas enfermedades. Cada año, se registran cientos de miles de casos en países en vías de desarrollo. África es el continente más vulnerable. Eficaces contra los mosquitos más peligrosos
Anandasankar Ray, profesor de entomología de la Universidad de California, y sus colegas, identificaron tres clases de moléculas volátiles que bloqueaban la capacidad de varias especies de mosquitos para detectar el dióxido de carbono emitido por los humanos al exhalar. Estas moléculas fueron eficaces para despistar a tres de las especies más letales: 'Anopheles gambiae' (que transmite malaria), 'Aedes aegypti' (contagia el dengue y la fiebre amarilla) y 'Culex quinquefasciautus' (virus del Nilo Occidental y filariasis).
Los científicos, que realizaron ensayos tanto en su laboratorio de California como en África, identificaron tres clases de moléculas del olor. Las moléculas 'inhibidoras' bloqueaban la capacidad receptora de dióxido de carbono en moscas y mosquitos. La moléculas 'imitadoras', por su parte, 'engañan' a los insectos al disfrazarse de dióxido de carbono, por lo que pueden utilizarse para fabricar trampas para mosquitos y mantenerlos alejados de los humanos. Por último, las moléculas 'cegadoras' consiguen activar de manera prolongada los sensores olfativos de los mosquitos de manera que bloqueaban su capacidad para detectar dióxido de carbono.
Repelentes más prácticos
El radar de los mosquitos para detectar dióxido de carbono se encuentra en unos apéndices diminutos situados cerca de su boca, parecidos a antenas, y denominados palpos maxilares.
"Estos componentes químicos ofrecen importantes ventajas como herramientas potenciales para reducir el contacto entre humanos y mosquitos, y puede conducir al desarrollo de una nueva generación de repelentes de insectos y de dispositivos para capturarlos", asegura Anandasankar Ray, autor principal del estudio.
Los mosquitos hembra transmiten las enfermedades a los seres humanos a través de su picadura. El mosquito se infecta cuando muerde a una persona afectada, pues se alimenta de su sangre. A partir de ese momento, su saliva contagia la enfermedad a sus siguientes víctimas, a las que puede localizar a distancia gracias a su desarrollado sentido olfativo.
El uso del dióxido de carbono para luchar contra los mosquitos no es nuevo. La mayor parte de los dispositivos para atraparlos ya lo utilizan. Sin embargo, estos sistemas suelen ser caros y voluminosos y deben ser recargados. La principal ventaja de este nuevo trabajo es que permitirá desarrollar repelentes más prácticos y económicos, con lo que su uso podrá extenderse en países pobres, según aseguran sus autores.
Así, explican que a partir de estas moléculas, que son eficaces a muy bajas concentraciones, podrán desarrollarse fórmulas en spray para ser utilizadas en interiores sin necesidad de aplicar el producto en la piel. Asimismo, permitirán fabricar pequeños artilugios para atrapar mosquitos.