Si durante el primer año de vida su hijo no mira hacia donde otros señalan, tiene falta de interés en juegos de interacción como el 'cucú-tras', no imita de forma esporádica o su tono postural, postura y patrones de movimiento son anómalos debería consultar con su pediatra. Porque todos estos síntomas delatan la posible existencia de un trastorno del espectro autista (TEA).
Los TEA, que en España afectan a uno de cada 5.000 niños y niñas, son un trastorno del desarrollo infantil que se manifiestan en los primeros tres años de vida. Es un hecho internacionalmente aceptado que su detección y la intervención precoces mejoran el pronóstico de los menores, especialmente en el control de comportamiento, las dificultades de comunicación y, en general, en sus habilidades funcionales.
Pero la realidad es bien distinta: los estudios indican un retraso de entre 11 y 30 meses, desde la primera consulta realizada por los padres hasta la obtención de un diagnóstico específico. Por este motivo, la publicación de una nueva estrategia eficaz para su diagnóstico temprano (en los 12 primeros meses de vida) en la consulta del pediatra es una buena noticia.
Máxime cuando se valoran los datos de investigaciones como la llevada a cabo por el Grupo de Estudio de los TEA (GETEA), del Instituto de Salud Carlos III, con 650 familias españolas. En ella se constata que sólo un 5% de las mismas asegura que fue el pediatra el primero en sospechar la existencia de la patología, aunque cuando la reconoce lo hace antes que los familiares.
La propuesta, bautizada como 'Un chequeo adecuado durante el primer año' y de tan solo cinco minutos de duración, llega de la mano de científicos de la Universidad de California (EEUU) y ha visto la luz en el último 'Journal of Pediatrics' . Dirigido por Karen Pierce, los investigadores montaron una red de 137 pediatras en la región de San Diego a los que se les instruyó sobre el autismo durante un seminario.
Todos iniciaron un programa sistemático de chequeo a los pequeños de menos de 12 meses de la zona (en total se analizó a 10.479 bebés). Como parte del control regular de su hijo, los padres o cuidadores recibieron un breve cuestionario llamado 'Comunicación y escala de comportamiento simbólico según el desarrollo del bebé' en el que se incluyen preguntas como el contacto visual del menor, los sonidos, las palabras, los gestos, el reconocimiento de objetos y otras formas de comunicación apropiadas para la edad. Los pequeños que 'fallaban' en esta prueba fueron sometidos a nuevos chequeos cada seis meses hasta los tres años.
Una oportunidad
Los datos revelan que 184 de los pequeños tuvieron que ser reevaluados. "Un total de 32 de ellos ha recibido un diagnóstico provisional o definitivo de autismo; 56, de retraso en el lenguaje, nueve de déficit de desarrollo y otros 36 por otros tipos de problemas en el crecimiento. El valor predictivo de esta técnica fue del 75% y se realiza en tan solo cinco minutos", determinan los investigadores.
El pediatra Chrystal de Freitas, quien ha participado en el estudio, reconoce que "cuando empezamos a dar a los padres la encuesta, me pareció que prestaba más atención a lo que tenía que compartir con ellos y dedicaban más atención al desarrollo de sus hijos", ha reconocido el pediatra Chrystal de Freitas, quien ha participado en el estudio.
"Además de que me da la oportunidad de hacer una evaluación más completa , permite a los padres tener más tiempo para procesar la información de que su hijo podría sufrir un retraso del desarrollo o autismo, un mensaje que ningún progenitor quiere oír, pero cuanto antes se detecte antes empieza el tratamiento", añade.
Dada la falta de un "chequeo universal para estos trastornos, este programa podría adoptarse en las consultas de pediatría, sin coste alguno", insisten los investigadores. Antes de la realización de esta investigación, "la mayoría de los profesionales participantes reconoció que no solía hacer chequeos sistemáticos de TEA. Tras el estudio, un 96% consideró la prueba como muy positiva y todos han anunciado que seguirá utilizándola".
Siempre que haya recursos
A la doctora Mara Parellada, coordinadora de la Unidad de Autismo del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, la nueva propuesta le parece muy interesante, aunque detrás se necesitan equipos asistenciales que sepan qué hacer con estos diagnósticos. "Está claro que el dictamen precoz es importante, pero no tiene sentido realizar un programa de cribado si posteriormente no existen recursos con los que establecer un diagnóstico cerrado y atender a los afectados".
Reconoce que en España se están llevando "a cabo este tipo de chequeos en determinadas zonas de Andalucía y Castilla y León, pero lo más importante de estas pruebas es la detección de déficits a nivel de desarrollo psicomotor o de lenguaje, dado que así se puede realizar una intervención temprana en el colegio o por parte asuntos sociales. El diagnóstico cerrado del autismo no es posible en algunos casos porque hay procesos del desarrolló del bebé que se producen más tarde de los 12 meses. Además, también existe el autismo de regresión (desarrollo aparentemente normal hasta los 18 o 24 meses)".
Aconseja a los padres que la "forma más eficaz de saber si su hijo puede tener un TEA es observando todo lo que tienen que ver con la forma de comunicarse y relacionarse. Un bebé de menos de un año mira, sonríe, pide, llama la atención de los padres, tirando cosas para que se las den... Es un factor muy importante".
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